Los Jugos del Hambre
- ¡Me presento como voluntaria! -grito, con voz ahogada-. ¡Me presento voluntaria como tributo!
Capítulo Dos- p: 32
"En fin -pienso-. Hay veinticuatro chicos, sería mala suerte que tuviese que matarlo yo"
Aunque, últimamente, no hay quien se fíe de la suerte.
Capítulo Dos- p: 43
- Me da igual que seamos ricas. Solo quiero que vuelvas a casa. Lo intentarás ¿verdad? ¿Lo intentarás de verdad de la buena? -me pregunta Prim
Capítulo Tres- p: 43
- No perderé de vista a la pequeña. Me aseguraré de que coma.
Siento al oírlo desaparece parte de la opresión que me oprime el pecho. La gente trata conmigo, pero a ella le tienen cariño. Quizás haya cariño suficiente para mantenerla con vida.
Capítulo Tres- p: 48
me alegra estar agarrada a Peeta para guardar el equilibrio, porque él es fuerte, sólido como una roca.
Capítulo Cinco- p: 81
- Por desgracia, no puedo cerrar tratos con los patrocinadores. Solo lo puede hacer Haymitch -sigue diciendo ella, en tono lúgubre-. Pero no os preocupéis, lo llevaré a las negociaciones a punta de pistola, si es necesario.
Aunque tenga muchos defectos, hay que admirar la determinación de esta mujer.
Capítulo Seis- p: 87
Al parecer, yo tampoco era tan ajena a él como creía: la harina, la lucha libre... Le he seguido la pista al chico del pan.
Capítulo Siete- p: 105
Me alivia saber que Peeta sigue vivo. Me repito que, si me matan, su victoria beneficiará a mi madre y a Prim. Es lo que me digo para explicarme las emociones contradictorias que me despierta el hijo del panadero: la gratitud por la ventaja que me dio al declarar su amor por mí en la entrevista; la rabia ante su alarde de superioridad en el tejado; el miedo de encontrarme cara a cara con él en la batalla.
Capítulo Once- p: 171
Antes de poder evitarlo, grito el nombre de Peeta.
Capítulo Dieciocho- p: 261
Le toco la mejilla, y él me coge la mano y se la lleva a los labios. Recuerdo que eso mismo hacía mi padre con mi madre y me pregunto de donde lo habrá visto Peeta, porque seguro que no había sido entre su padre y esa bruja con la que se casó.
Capítulo Veinte- p: 283
Mientras hablo la idea de perderlo de verdad vuelve a golpearme y me doy cuenta de lo mucho que me dolería su muerte. No es solo por los patrocinadores, no es por lo que pasaría al volver a casa y no es que no quiera estar sola; es él, no quiero perder al chico del pan.
Capítulo Veintidós- p: 318
- Entonces tendré que rellenar los espacios yo solo -dice, acercándose
Es el primer beso del que ambos somos plenamente consientes. Ninguno está delirando por la enfermedad o el dolor, ni tampoco desmayado; no nos arden los labios de fiebre ni de frío. Es el primer beso que de verdad hace que se me agite algo en el pecho, algo cálido y curioso. Es el primer beso que me hace desear un segundo.
Capítulo Veintidós- p: 319
- No, de verdad. Y, justo cuando terminó la canción, lo supe: estaba perdido, igual que tu madre.
Capítulo Veintidós- p: 322
- No tienes mucha competencia en ninguna parte.
Esta vez, soy yo la que se inclina para besarlo.
Capítulo Veintidós- p: 323
- Para -digo, tapándole la boca, aunque riéndome-. Cato podría estar ahí afuera.
-¿Qué más da? -asegura,cogiéndome la mano y acercándome a él-. Te tengo a tí para protegerme.
Capítulo Veintitrés- p: 334
- No vas a dejarme sola -insisto, porque, si muere, en realidad nunca voy a volver a casa, me pasaré el resto de mi vida en este campo de batalla, intentando encontrar la salida.
Capítulo Veinticinco- p:365
También quiero decirle lo mucho que ya lo echo de menos, pero no sería justo por mi parte.
Capítulo Veintisiete- p:396
Lo cojo de la mano con fuerza, preparándome para las cámaras y temiendo el momento en que no me quede más remedio que dejarlo marchar.
Capítulo Veintisiete- p:396
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